Durante la inauguración de la VI Bienal Mario Vargas Llosa en España, el ensayista evocó la figura de su padre y relató los últimos momentos del Nobel peruano, fallecido en abril pasado.(Foto: @AlvaroVargasLl)
Durante la inauguración de la VI Bienal Mario Vargas Llosa en España, el ensayista evocó la figura de su padre y relató los últimos momentos del Nobel peruano, fallecido en abril pasado.(Foto: @AlvaroVargasLl)

El escritor y ensayista Álvaro Vargas Llosa evocó este miércoles la memoria de su padre, el premio Nobel Mario Vargas Llosa, durante la inauguración de la VI Bienal Mario Vargas Llosa, la primera que se realiza tras el fallecimiento del autor de La ciudad y los perros.

“Mi padre estará en esta Bienal como un fantasma”, dijo el ensayista, al abrir el encuentro literario que se celebra hasta el 25 de octubre en las ciudades españolas de Cáceres, Badajoz y Trujillo.

Con tono emotivo, Álvaro Vargas Llosa reflexionó sobre la presencia simbólica del novelista:

“Las relaciones entre los fantasmas y la literatura son fascinantes. La versión fantasmagórica de mi padre rondará estas mesas redondas, conferencias, presentaciones y conciertos. No será un fantasma con la intención de asustar a nadie, sino que escuchará atentamente las ponencias, que aprenderá de todas ellas”.

El hijo del Nobel también destacó el contexto convulso del mundo actual, al que contrapuso los valores que inspira la Bienal:

“El mundo allá afuera está revuelto, complicado; imperan los antagonismos, la polarización, los abusos de poder y la guerra. Espero que en esta Bienal ocurra lo contrario: la tolerancia, el respeto, la pluralidad, la defensa de los valores de la libertad, que son también los valores del espíritu y de la cultura”.

Los últimos días del Nobel peruano

Durante su discurso, Álvaro Vargas Llosa compartió detalles íntimos de las últimas semanas de vida de su padre, quien falleció en abril de este año.

“Sus defensas estaban muy disminuidas, su capacidad cognitiva iba poco a poco cediendo, de manera que estaba muy limitado en aquellas actividades que podían darle alguna alegría”, explicó.

Recordó que solían salir a pasear en auto por Lima, y que convirtió esas salidas en “paseos literarios” como un ejercicio de memoria:

“Trataba de que en algunos de esos momentos se imaginara a sí mismo convertido en un personaje de su propia novela. Juraría que en algunos instantes se logró. Lo que sí puedo decir es que fue muy feliz escuchando estos relatos”.

En los últimos días, cuando esos paseos ya no eran posibles, el escritor se refugió en su familia. Sus hijos le leían fragmentos de novelas, cuentos y poemas, entre ellos El barco ebrio, de Arthur Rimbaud.

“Escuchó muy atentamente y al terminar me dejó helado con una frase muy hermosa: ‘me acordaba del ritmo, no de las palabras’”, recordó emocionado.

Álvaro concluyó que su padre “se fue de este mundo con una sensibilidad auditiva y musical poblada de poesía y literatura”, convencido de que lo último que uno pierde antes de morir es la sensibilidad del oído y del ritmo.