"Siempre tuve, desde que era pequeño, la sensación de que quería escribir, y siempre creí que iba a escribir una novela”
"Siempre tuve, desde que era pequeño, la sensación de que quería escribir, y siempre creí que iba a escribir una novela”

Las luces del auditorio del ICPNA Cultural se encienden y, en un instante, nos muestran cómo un joven despide a una mujer adulta de su trabajo en un minimarket por haber llegado tarde más veces de las permitidas.

A simple vista, la actitud de Margaret, interpretada por Jimena Lindo, y su disculpa reiterada de no tener con quién dejar a su hija para llegar a tiempo solo parecerán una excusa, lo que hará ver al joven Jean, interpretado por Jorge Guerra, como una mala persona.

Sin embargo, con el transcurrir de la obra “Buenas personas”, escrita por el dramaturgo estadounidense David Lindsay-Abaire, el director de teatro Juan Carlos Fisher nos muestra que las elecciones que tomamos en la vida nos conducen por caminos marcados por las diferencias de clase social y la constante supervivencia, lo que nos lleva a preguntarnos si realmente somos buenas personas.

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“Si cambiáramos los nombres de los personajes por nombres comunes en Lima, la obra se contaría de la misma manera, se entendería igual y tendría el mismo impacto. Y, para ser justos, pienso que esto no ocurre solo en el Perú, sino en cualquier país donde las diferencias sociales son tan marcadas”, detalla Juan Carlos a Correo.

¿Cómo es que te interesaste por esta obra y qué te motivó a dirigirla?

Era un texto que conocía desde hace mucho tiempo, creo que de 2012. Cuando Alberto Servat me propuso dirigir algo para el ICPNA, pensé en esta obra porque a ambos nos gustaba mucho y aún no se había estrenado en Lima. Además, coincidíamos en que la realidad que retrata es muy cercana a la peruana.

¿Hubo algún reto al montar un texto que aborda la desigualdad, los prejuicios y muchas aspiraciones?

El gran reto fue lograr que no se percibiera como un texto excesivamente agresivo, que no se vuelva una historia negativa e incluso depresiva. Lo que buscamos con el elenco, y lo que tuve claro desde el inicio, fue evitar eso. Queríamos que se sintiera que, incluso en los peores momentos, existe humor, que uno puede disfrutar de la compañía de quienes considera familia y que siempre hay una esperanza de salir adelante.

¿La obra tiene un final distinto a la original?

La obra tiene un final abierto, pero nosotros optamos por darle un cierre esperanzador. Tal vez en otras producciones, algún director haya preferido un desenlace más amargo o cínico; en nuestro caso, decidimos enfrentarla desde otra mirada. Para lograrlo, destaqué mucho el humor que ya está presente en la obra y en sus personajes, cuidando que se sientan cercanos, identificables y capaces de mostrar sus propias contradicciones.

¿Qué aspectos de esta historia consideras que están mucho más cercanos a nuestra realidad?

Se trata de una madre soltera que debe hacerse cargo de una hija con discapacidad y, debido a sus circunstancias, tiene pocas oportunidades. No pudo terminar el colegio ni acceder a la universidad, y aun así busca la manera de salir adelante en un entorno poco favorable. Esa realidad refleja la historia de muchas mujeres en el Perú y en distintas partes del mundo. Por eso, resulta imposible no identificarse. La obra nos habla de asumir decisiones difíciles y de luchar sin perder la fe en que las cosas pueden mejorar.

Desde tu experiencia como director, ¿qué lugar considera que ocupa el teatro en la reflexión sobre los temas sociales en el Perú?

Uno de mis grandes deseos es que el teatro en el Perú logre acercarse mucho más a la gente. El teatro no busca ser masivo como el fútbol, pero sí puede y debe ser un espacio transformador. Porque lo que vemos cuando nos cuentan una historia, cuando asistimos a una obra de teatro, es un detonador, un gatillador que nos permite reconocernos en la otra persona, entenderla, identificar una situación y actuar al respecto.

¿En más difícil hacer teatro en España o en Perú?

Compararnos es equivocado. En España hay una producción teatral y una red de teatros muy grande. [Además], el público está mucho más acostumbrado a ir al teatro [porque] hay una política desde el lado gubernamental, municipal y provincial de considerar la cultura como requisito para el desarrollo de la persona. [Sin embargo], la pasión que sentimos para hacer teatro, desde los actores, el equipo creativo y el público que va a verlo, es igual.

SOBRE EL DIRECTOR

Juan Carlos Fisher, director de teatro

Se formó en Comunicación en la PUCP, comenzó en las tablas a los 15 años como asistente de dirección y debutó a los 24 con El hombre almohada. Su trabajo le ha valido múltiples premios Luces de El Comercio.

23 noviembre finaliza la temporada de Buenas personas.

35 montajes teatrales a más a dirigido Fisher.

1981 nace en Lima. Actualmente vive en España.

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