La literatura y la medicina han mantenido un vínculo profundo a lo largo de la historia, pues ambas buscan comprender la condición humana. La medicina estudia el cuerpo, sus enfermedades y sus tratamientos; la literatura, por su parte, explora las emociones, las experiencias y los significados que habitan en la salud y en la enfermedad. En la historia de la literatura autores médicos como Anton Chejov o Mijaíl Bulgákov utilizaron la narrativa para reflejar el sufrimiento y la esperanza de los pacientes, enriqueciendo la empatía y la humanización en la práctica médica.
La relación entre literatura y medicina se refleja claramente en la célebre frase de Anton Chejov: “La medicina es mi esposa y la literatura, mi amante”. Este enunciado sintetiza cómo ambas disciplinas se complementan. En la región La Libertad, esta conexión también ha encontrado eco en voces literarias que, desde el oficio de la medicina, abordan temas profundamente humanos, propios de la reflexión filosófica. Escritores como Erasmo Alayo, Ángel Gavidia, Roberto Mora, Lester Rodríguez y Lizardo Cruzado, entre otros, exploran en sus textos la fragilidad, el dolor y la esperanza; sentimientos que la medicina enfrenta a diario. Así, en La Libertad, la palabra sigue siendo puente entre el arte de sanar y el arte de narrar.
La narración de la cotidianidad médica
El médico y escritor trujillano Darling Pérez acaba de publicar “Cuentos de un médico al borde de la locura”, una obra que reúne seis relatos inspirados en la compleja y, a veces, desgarradora práctica médica. Cada historia revela la delgada línea entre la ciencia, la humanidad y la vulnerabilidad emocional del profesional de la salud. El primer cuento titulado “El capitán” nos sitúa en un espacio psiquiátrico donde la vejez muestra sus principales horrores: el abandono, la pérdida de identidad y el deterioro inevitable del cuerpo y la mente. En medio de esta realidad cruda, la imaginación del protagonista —que juega en sus sueños a ser el capitán de una tripulación perdida— se erige como su único refugio; un medio para escapar del encierro y la decadencia. Sin embargo, esa libertad ilusoria se desvanece cuando la tragedia irrumpe con fuerza, recordándonos que, en ocasiones, ni la mente más creativa puede resistir los embates de la vida y la implacable certeza de la muerte.
En el libro de Darling Pérez destacan los cuentos “Matasanos” y “Chancadito”, relatos que revelan los dilemas éticos y humanos de la medicina. “Matasanos” expone con crudeza cómo alguien perverso utiliza el conocimiento médico para infligir daño deliberadamente, sin remordimientos ni límites, evidenciando el riesgo de que una profesión destinada a salvar vidas sea pervertida por la maldad humana. Por otro lado, “Chancadito” presenta un conflicto moral aún más íntimo: un médico, en pleno ejercicio de su labor, se enfrenta a la disyuntiva de ayudar o no a un viejo amigo del pasado, ahora involucrado en actividades delictivas; “No podía verlo como un delincuente, como lo describía el oficial que lo custodiaba. Para mí, era simplemente un amigo a quien dejé de ver hace treinta años”. Este relato ahonda en la tensión entre el deber profesional, la lealtad personal y la justicia, mostrando que la medicina no solo enfrenta enfermedades físicas, sino también dilemas éticos complejos. Ambos cuentos revelan la fragilidad de los principios cuando se ponen a prueba en circunstancias extremas. Además de estos cuentos, también resaltan “Ramón el santo” y “Zoé”.
Uno de los relatos más sobresalientes de “Cuentos de un médico al borde de la locura” es “Marcos”, una historia que sumerge al lector en el mundo médico desde la mirada vulnerable de un estudiante de medicina. Acusado injustamente de asesinar a una compañera, el protagonista enfrenta no solo el peso de una imputación devastadora, sino también la crudeza e indiferencia de una sociedad que juzga sin pruebas y condena sin compasión. Darling Pérez construye aquí un retrato desgarrador del estigma, la soledad y la falta de humanidad que, en ocasiones, pueden marcar la vida de quienes se forman para salvar otras vidas. Marcos es, sin duda, un reflejo del dolor que produce la injusticia y del vacío moral que puede imperar en la colectividad. Este cuento, junto con los demás del libro, constituye una lectura imprescindible que invita a reflexionar y sentir que parten de la práctica médica, pero que transciende este espacio profesional; como muy bien se indica en la contraportada del libro: “Más que historias médicas, son confesiones. Cuentos donde los protagonistas no son ni héroes ni villanos, sino seres humanos, atrapados en el absurdo cotidiano de un país donde la locura puede ser la forma más coherente de sobrevivir”.