En pleno corazón de Arequipa, la calle San Agustín, antiguamente conocida como la calle de los mercaderes, guarda entre sus muros la memoria de una ciudad viva, forjada entre el comercio, la arquitectura y el arte.
En esta sección, Correo te lleva de paseo, se situó el Centro Histórico de la Ciudad Blanca, y acompañados del arquitecto y restaurador William Palomino, muestra estas conexiones con nuestros antepasados mediante la belleza arquitectónica.
Desde la calle Santa Catalina, Palomino revela que la edificación, en donde hoy funciona el rectorado de la Universidad Nacional de San Agustín, tiene elementos simbólicos que corresponden al siglo XVIII.
Además, se pueden apreciar construcciones con influencias neocoloniales y del Art Nouveau, que conforman un valioso conjunto para la memoria urbana. Cada fachada cuenta con una parte de la evolución artistica de la ciudad.
Destaca la fachada Chávez de la Rosa, ejemplo del barroco arequipeño o mestizo, donde en lugar de ménsulas se observa un tímpano semicircular. Su composición mezcla lo latino y lo español. En su interior, aún se conservan pinturas murales, consideradas una joya del arte barroco.



Siguiendo el recorrido por la calle San Agustín, se sitúan los famosos tambos como Matadero, Bronce, y otros, en el que los comerciantes arribaban luego de un largo viaje.
Palomino recuerda que en los años 1700 y 1800, la vía era la imagen de ingreso a la ciudad arequipeña, donde los negociantes llegaban para ofrecer sus productos, utilizando incluso la Plaza de Armas como punto de intercambio.
Algunas edificaciones conservan ventanas abocinadas y balcones de antaño, vestigios de aquel pasado en que se vendían frutos y tejidos, y que daban a la calle ese matiz comercial que aún hoy distingue a esta arteria del centro histórico.

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