Esperan que autoridades asumen el control en la zona para su protección. Foto: GEC.
Esperan que autoridades asumen el control en la zona para su protección. Foto: GEC.

Un cartel del Ministerio de Cultura advierte a los visitantes que están en una zona arqueológica intangible. No se ve nada, no hay rastros ni indicios de zona arqueológica, simplemente es un arenal. Es lo que queda de Paican, un cementerio preinca a la margen derecha del río Majes.

Algunos metros atrás encontramos la explicación a este panorama desolador. Los huaqueros depredaron todo; solo dejaron excavaciones inconclusas, en otros casos huecos hasta de un metro de profundidad como evidencia de su presencia.

El gestor cultural y montañistas, Juan Iván Contreras, afirma que en el lugar hay huesos, cráneos, cerámica rota, tiras descoloridas de lo que fueron telares, algunos fardos de momias a la intemperie rodeados de insectos que emiten olores que atraen a aves carroñeras. Arriba, sobrevolando la zona, algunos gallinazos esperando encontrar carroña.

“El aviso del Ministerio de Cultura, que señala que Paican tiene una antigüedad de 800 D.C., resume la realidad de la gran mayoría de sitios arqueológicos del valle de Majes, nadie los respeta”, señaló.

Los huaqueros, como dicen los pobladores de esta zona, hicieron lo que quisieron. “El saqueo no es de ahora, comenzó con la llegada de los españoles, pero fue en los años 70, 80 y 90 del siglo pasado, cuando las vías carrozables hicieron más visibles estos pueblos y se dieron un festín”, apuntó.

Conteras señala que los huaqueros buscan cerámicas y textiles que son bastante valorados en el mercado negro. Pueden costar hasta 20 mil dólares, uno en buenas condiciones.

Mantos están regados en la intemperie. Foto: GEC.
Mantos están regados en la intemperie. Foto: GEC.

HISTORIA

A las laderas del río Majes se asentaron varios pueblos. Los estudios realizados a lo largo de todo el valle encontraron vestigios de las culturas Wari, principalmente; Paracas, Nazca, Arunis, Chuquibamba, Tiahuanaco, etc.

“El clima, el río y la fertilidad de las tierras enamoraron a estos pueblos que se asentaron en las riberas. Hay rastros aún visibles de caminos preincas a lo largo de todo el valle que se interconectaban con Chuquibamba, Siguas, Colca, Camaná, etc.”, dijo.

Este panorama de Paican se repite especialmente en el valle Abajo. Paican pertenece al anexo de Sahuani. Los cerros colindantes también han sido visitados por huaqueros. “Acá no van a encontrar nada, todo lo han huaqueado. Hacen huecos y luego los tapan, se han llevado todo”, comenta un conductor de una de las pocas combis que hacen el servicio desde Corire hasta Sahuani.

Kilómetros más arriba, en Torán, donde hubo otro gran cementerio preinca, el panorama es similar. Esqueletos, cráneos, telares, todo disperso en cerro Negro. “La población se acostumbró a ver por las noches linternas que circulaban y escarbaban sin pudor los cerros”, señaló Contreras.

Además, informa que a lo largo del arenal hay cráneos y cuerpos de niños. “Los despertaron de un sueño profundo de cientos de años, les robaron lo único que tenían (vestimenta) para su viaje al Hanan Pacha (Mundo de arriba) y los dejaron botados a merced de los gallinazos y del inclemente sol”, apuntó.

ESPERA

Montañistas esperan que personal del Ministerio de Cultura tome cartas en este asunto, pues indican que se trata de una las primeras poblaciones asentadas en la región.

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