(Fotos: Bizarro)
(Fotos: Bizarro)

Lima vibró el pasado 10 de octubre al ritmo del Caribe colombiano. Carlos Vives volvió al Perú con su tour “El rock de mi pueblo vive”, que fue mucho más que un repaso de éxitos: fue una celebración de identidad, alegría y conexión con un público que lo acompañó en todo momento. Desde las primeras notas, el artista demostró por qué sigue siendo uno de los grandes embajadores de la música latina.

Antes del plato fuerte, el público disfrutó de la presentación del cantante peruano Pascal, quien fue el encargado de abrir el espectáculo. Con su carisma juvenil y una propuesta fresca, logró encender al público y preparar el ambiente para lo que sería una noche cargada de energía.

Abrir un show como el de Carlos Vives en mi casa ha sido un sueño hecho realidad. Es un artista que para mí es un referente en la música latina y que nos haya podido invitar a abrir su show en Lima, también ha sido muy bonito. Pudimos conversar un poquito justo después del show, antes de que saliera él a cantar. Él es un maestro de la música y solamente aprendo cada vez más de él, no solamente escuchando su música o conociendo su historia, sino también ahora que lo he podido conocer a un nivel un poco más personal”, declaró Pascal para Diario Correo.

El intérprete nacional nos habló también del relanzamiento su tema “Dame Tu Mano” que se encuentra disponible en todas las plataformas digitales: “Siempre quisimos darle un significado más grande que una canción solamente de amor, si no que sea más como de amor en todos los sentidos, de esa persona que siempre está contigo en las buenas y en las malas”.

Es una canción que para mí siempre fue muy especial porque fue la primera balada que yo lancé en el 2020. Lamentablemente, salió justo una semana antes de que nos encerraran a todos por la pandemia del Covid-19”, agregó.

Pascal busca que las personas se identifiquen con sus letras y que, en la actualidad, tiene más clara su visión como artista: “Darle una segunda oportunidad a esta canción y poder llevarla a diferentes mercados, me emociona mucho”.

El escenario, decorado con colores tropicales y luces cálidas, evocaba las calles de Santa Marta. Pasadas las 9 de la noche en Costa 21, Vives apareció con su sonrisa característica y la energía de quien no ha perdido ni un gramo de entusiasmo en tres décadas de carrera.

A lo largo de dos horas, el repertorio viajó por distintos momentos de su trayectoria: “Fruta Fresca”, “Pa’ Mayté”, “Carito”, “Volví a Nacer”, “La Bicicleta”, “Carito”, “Cuando Nos Volvamos a Encontrar”, “Nota de Amor” y, por supuesto, “La Gota Fría”, esa joya del vallenato moderno que encendió un coro multitudinario. Cada tema fue recibido con una ovación distinta, pero todos compartieron un mismo denominador: la sonrisa colectiva, el baile espontáneo y el eco de la nostalgia.

El músico no se limitó a cantar. Contó historias y rindió homenaje a su tierra. “La música nos une más allá de las fronteras”, dijo, antes de interpretar “Canción Bonita”.

Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó cuando Carlos Vives decidió rendir homenaje a la música peruana: “Si vuelvo a nacer, quiero ser el Zambo Cavero”.

El público respondió con un aplauso cerrado antes de que el colombiano sorprendiera al entonar “Y se llama Perú”. El gesto se convirtió en una celebración de la identidad nacional: miles de voces se unieron para cantar, llenando el recinto de orgullo y emoción.

No olviden esa música, enséñesela a los jóvenes. ¿Yo fui bien criado, no? Bueno, entonces, póngame de ejemplo: ‘Carlos Vives oía al Zambo’. Tienen que oír a Chabuca, a Eva, a (Susana) Baca y tienen que oír a mi amigo Gian Marco”, expresó.

La banda —una mezcla precisa de rock, tambores caribeños, gaita y acordeón— mantuvo una energía impecable, con arreglos que modernizan sin traicionar la raíz. Hubo espacio para improvisaciones, sonrisas cómplices y hasta un guiño de salsa que puso a bailar a todo el recinto.

Hacia el final, con “Robarte un Beso”, parejas, amigos y familias cantaban abrazados, mientras el artista agradecía con una emoción genuina.

Cuando se despidió con “La Tierra del Olvido”, la noche ya no le pertenecía solo a Carlos Vives, sino a todos los que entendieron que su música es, ante todo, una invitación a recordar quiénes somos y de dónde venimos.

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(Video: Gianina Laredo Ravello)

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