Diego de León toma con calma el éxito y hasta la polémica que ha generado en su primera semana de exhibición su película “Chavín de Huántar, el rescate del siglo”, cinta que recoge detalles inéditos del operativo militar que rescató a los 72 rehenes de la residencia del embajador de Japón en abril de 1997.
“Los más de 300 mil espectadores que han visto la película es una noticia que tomamos con prudencia, es una muestra que se han hecho bien las cosas, y lo más importante, que al público le ha gustado. Pero el trabajo no termina, tenemos que seguir empujando y hay un compromiso enorme por parte del elenco, del equipo técnico, productores e inversores para seguir alimentando la cinta y llevándola por buen camino para que tenga el mejor recorrido posible”, dice el cineasta.
Un director y su guionista eligen cómo quieren contar un hecho histórico. ¿Tenías clara tu propuesta?
Queríamos contar cómo se gesta la operación maestra de Chavín de Huántar, ese era el objetivo, el proyecto y esa es finalmente la película. Obviamente, al final una película es como un edificio que construyes, necesitas primero unos planos, y con esos planos se construyen las bases. Entonces, para que la película tenga sentido y pueda ser contada, necesitas unos personajes, unos protagonistas. unos antagonistas, y en todos ellos recae el peso de la historia. Los militares son los protagonistas principales, los que lograron la hazaña.
Hay quienes afirman que en la película no están todos los que deberían.
Creo que todas las opiniones son válidas. Nosotros proponemos la película, pero ya la manera en la que el público la recibe, esa es una situación completamente personal, del individuo que la ve. Nosotros estamos encantados de que todo el mundo tenga una opinión distinta.
¿Qué opinas sobre los que descalifican la película porque no está contada como ellos quieren?
He leído en redes muchas opiniones en ese sentido, por ejemplo, ¿por qué no han contado cómo y de dónde nace el MRTA? Esa sería otra película, o de cómo ellos planearon la toma de la embajada, que según sabemos estuvieron un año y medio preparando el ataque. Esa no fue nuestra propuesta.

Los más ácidos también te cuestionan por qué no tiene en la cinta Alberto Fujimori un rol protagónico.
Está claro que el tema político divide mucho a la gente y nosotros lo que queríamos contar es la hazaña militar, la hazaña del rescate. A la hora de tomar decisiones, la más inteligente en este caso era omitir todas esas vinculaciones políticas.
Esa decisión podría haber llevado la película para otro lado.
Así es, nosotros lo que queríamos es una película para que el público peruano la disfrute y se emocione y que vea que su ejército realizó una operación militar de rescate que es que es tomada como referencia en el mundo entero. Quitar esas aristas políticas que pudieran dividir y ser polémicas fue una decisión acertada.
¿Cuál consideras qué es el principal mensaje de la película?
Las interpretaciones son variadas, como he dicho antes, pero pienso que no está de más recordar que un país con democracia y libertad no viene de la nada y muchas veces lo damos por sentado. Yo me incluyo porque soy de las nuevas generaciones que han vivido en democracia toda la vida, y muchas veces pensamos que siempre fue así. Por eso, hay que estar siempre alertas ante cualquier amenaza totalitaria como el terrorismo.





