Volver a lo orgánico, al sonido fresco e incomparable de un instrumento musical acústico, es la apuesta de “Andino”, el nuevo álbum de Lucho Quequezana, que ante la peligrosa tendencia de sonidos artificiales, reafirma lo que considera es la esencia en la música. En tiempos de cambios, el compositor presenta en vivo esa propuesta que registró en su último disco y lo hará en dos noches en el Gran Teatro Nacional los próximos 27 y 28 de septiembre.
“En este disco, a diferencia de los anteriores, llegó un momento en el que vi un charango, un bombo y no es solamente que me recordaran mi adolescencia cuando aprendí a tocar; reafirmaron algo que me gusta mucho. Esos sonidos tan orgánicos, que cuando los tocas, sientes la madera ahí y cuando pulsas la cuerda, sabes que hay un dedo que está percutiendo esa cuerda”, dice Quequezana.
Con ‘Andino’ has vuelto a lo orgánico, a lo natural, a ese sonido vivo y real.
Exactamente, y y claro, de pronto el disco lo hemos mezclado de una manera en donde sientes que detrás de los audífonos en el que tú estás escuchando, hay un ser humano. Sientes el viento que está soplando la caña y que esa caña está vibrando. Ese tipo de cosas a mí me parecían que en este momento, por lo menos para mí era necesario.
Llevar esa propuesta a un concierto en vivo, debe también manejar ese mismo concepto.
Exactamente, y es muy difícil, porque claro, yo grabé todos los instrumentos en el disco porque mi proceso de composición me llevó a eso. Estaba en mi estudio, rodeado de instrumentos orgánicos, quenas, zampoñas, caña, bombos, charangos, bandurrias y, cuando empezaba a componer, era literalmente como si fuese un buffet y escogía, combinaba, grababa. Cuando acabé dije: ¿Y ahora cómo hago para tocarlo en vivo?.
¿Y cómo vas a hacer?
Me van a acompañar 12 músicos en el show, en donde cada uno es multiinstrumentista para poder sonar tal cual se compuso y armó el disco a nivel musical. Yo también creo que esa será la tendencia, va a llegar un momento en el que la inteligencia artificial y todo lo relacionado a ello no supere la presencia en el escenario de músicos en vivo, eso va a tener mucho más valor.

Definitivamente, lo más valioso siempre será lo auténtico, músicos de carne y hueso sobre un escenario.
Además, tocando un instrumento que vibra de verdad, que es un poco lo que pasa con las sinfónicas, que más allá de que puedan seguir manteniendo repertorios clásicos, que son importantes en la historia de la música, la experiencia de escuchar una sinfónica en vivo, esa energía de la ejecución de los instrumentos en vivo, no tiene ninguna comparación.
¿La inteligencia artificial reemplazará a los verdaderos músicos?
Aparecerán siempre nuevas herramientas y me parece que la inteligencia artificial es una de ellas, que en la música recién se está empezando a a experimentar. La idea de la herramienta no es que reemplace al que usa la herramienta, la idea es que te ayude a que tu trabajo sea mucho más preciso, a que sea mucho más rápido. Creo que todavía se va a llegar a un equilibrio, en el que la parte creativa se encuentre con la tecnológica.
Y ante el escenario que presentan estas nuevas herramientas, también habría que recordar a las nuevos talentos de que el reconocimiento no está alcance de un click.
Esa es una tendencia de cómo ha avanzado la civilización. La tecnología, mucho más ahora, facilita y agiliza los procesos, con el celular en la mano, la gente está acostumbrada a que todo, absolutamente todo, le llegue de manera más rápida. La gente a veces, ya ni siquiera quiere sentarse a escribir, leer, o pensar algo.
Hay que buscar siempre esos espacios...
Hay islas que van a empezar a aparecer poco a poco dentro de toda esta vorágine de la inteligencia artificial. En la música, esas islas van a ser los conciertos en vivo, los teatros, una puesta en escena, creo que va a ir un poco por ahí.