La primera vez que probé cocina japonesa fue en este pequeño y acogedor local de la Av. Aviación. La cocina nikkei no era tan conocida como lo es hoy, y los makis y el sushi se comían de manera tradicional, como se hace en Japón: sin salsas y acevichados. Poco a poco, Izakaya se volvió uno de nuestros locales favoritos, ese al que uno siempre vuelve, en nuestro caso, por el puente para dos de sashimi, nigiris y makis.
Han pasado unos treinta años desde ese día, Izakaya ha modernizado un poco el local, pero la esencia de su cocina sigue siendo la misma. El espacio ubicado en la cuadra 27 de la avenida más concurrida de San Borja se renovó, sin dejar de lado sus raíces japonesas. En la cocina, se encuentra Hajime Kasuga, quien encontró en Izakaya un espejo de su propio recorrido: disciplina, respeto por la técnica y una búsqueda constante de equilibrio entre lo clásico y lo contemporáneo.
ENCUENTRO.
Visitamos el local hace unas semanas para probar la nueva carta, donde Kasuga honra sus raíces mientras dialoga con una generación que busca modernidad. Llegamos en familia, y lo primero que escuchamos es “irasshaimase” , palabra japonesa que significa “bienvenido”. Nos recibe Kasuga y nos cuenta los cambios que se han hecho, y aunque Izakaya siempre ha buscado que todo sea como en Japón, lo que se quiere ahora es darle un toque moderno a la carta con incorporaciones Nikkei que permitan atraer nuevos clientes. Y tengo que decir que la propuesta es muy buena, tanto en la barra fría como en la cocina caliente.
SABORES.
Empezamos la visita con un contundente plato de sashimi, la comida más amada en Japón, cortes de pescado y mariscos frescos de la mejor calidad: bonito, salmón, calamar, conchas y varias de las delicias que nuestro mar tiene para mostrar. Seguimos con unos caracoles maravillosos. Sabrosos, y al punto que encantaron a todos, incluidos los niños.
Probamos varios tipos de makis, aunque aún mantienen los clásicos como el inca maki de salmón, palta, langostino blanqueado y ajonjolí por fuera o el california elaborado con pulpa de cangrejo. Hajime ha incorporado nuevas propuestas que gustaron mucho, incluidos los niños, como el dragón maki: ebi furai, palta, salmón, salsa spicy con el punto perfecto de picante y salsa dulce. Todo se flambea para lograr un toque ahumado. También probamos el Izakaya Maki, con gajos de limón, ostión, salmón flameado y coronado con tobillo. Gustó bastante también el batayaki maki, con kawa karaage y salsa batayaki; y el cevichito, con camote crujiente encima y una ligera pero poderosa leche de tigre.
RECORRIDO.
Seguimos con unas correctas gyozas de pollo y cerdo, de borde crujiente y mucho sabor. No pueden irse sin probar el chawanmushi: flan japonés cocido al vapor, dashi, langostino y shiitake. O el usuzukuri, cortes finos de pescado, como si fuera un elegante tiradito, servido con salsa ponzu. No cabe duda que Kasuga muestra en cada plato gratitud, memoria y emoción: un puente divertido e interesante entre el legado y el futuro de Izakaya. Un equilibrio perfecto entre la tradición y la modernidad.
Cerramos la visita con un curry, plato tradicional en la cocina japonesa, que no podía faltar. Katsukare, una milanesa de pollo, muy crujiente, cubierta de salsa al curry y arroz japonés. Un plato que a muchos descendientes japoneses les recuerda a casa, y sin duda fue uno de nuestros favoritos del día.
AVENTURA
La propuesta líquida también es muy buena. Han incorporado una coctelería que acompaña correctamente esta nueva carta y que recomendamos probar.





