Al menos 20 personas, entre ellas varios niños, murieron y otras 40 resultaron heridas tras un bombardeo militar contra un festival tradicional en la región de Sagaing, en el centro de Birmania (Myanmar), informaron medios vinculados a la oposición democrática y organizaciones internacionales de derechos humanos.
El ataque ocurrió la noche del lunes, cuando habitantes de la localidad de Chaung-U se reunían para celebrar una festividad tradicional. Según el medio Public Voice, vinculado al Gobierno de Unidad Nacional (NUG) —formado en oposición a la junta militar que tomó el poder en febrero de 2021—, las fuerzas armadas birmanas habrían lanzado el ataque desde el aire.
De acuerdo con Amnistía Internacional (AI), el bombardeo fue ejecutado por soldados que sobrevolaron la zona en un parapente motorizado, en uno de los bastiones de la resistencia prodemocrática, donde también se realizaba una vigilia para pedir el fin de la dictadura militar.
“La comunidad internacional puede haberse olvidado del conflicto en Birmania. La junta militar aprovecha esa falta de escrutinio para perpetrar crímenes de guerra con impunidad”, denunció Joe Freeman, investigador de AI para Birmania.
La organización de derechos humanos señaló que este es solo el último de una serie de ataques sistemáticos que el régimen militar ha intensificado en los últimos meses, en un intento por consolidar su poder antes de las elecciones generales convocadas para el 28 de diciembre, consideradas una “farsa” por la oposición debido a la exclusión de partidos contrarios al régimen.
Freeman instó a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que mantiene restringida la participación de los mandos militares birmanos en sus reuniones, a “aumentar la presión sobre la junta”, especialmente en la cumbre de líderes que se realizará en Malasia a fin de mes. También pidió al Consejo de Seguridad de la ONU remitir la situación en Birmania a la Corte Penal Internacional para investigar los presuntos crímenes de guerra.
La crisis política y humanitaria en Birmania persiste desde el golpe militar de febrero de 2021, que puso fin a una década de transición democrática y desató una ola de protestas, represión y enfrentamientos armados en todo el país. Organismos internacionales estiman que miles de civiles han muerto y más de dos millones de personas han sido desplazadas desde entonces.