Un nuevo terremoto de magnitud 5,2 volvió a golpear este martes el oriente de Afganistán, una región que aún se recupera del devastador sismo de magnitud 6,0 ocurrido el domingo y que dejó más de 1.400 muertos y más de 3.100 heridos, según cifras oficiales del Gobierno talibán.
De acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el temblor se registró a 34 kilómetros al noreste de Jalalabad, capital de la provincia de Nangarhar, una de las más afectadas junto a Kunar. El epicentro se ubicó a una profundidad de 10 kilómetros.
Rescate en medio de la devastación
Las operaciones de rescate continúan en las aldeas rurales aisladas, muchas de ellas incomunicadas por vía terrestre. El portavoz talibán Hamdullah Fitrat informó que en las zonas donde las aeronaves no pueden aterrizar, comandos han sido desplegados por aire para evacuar a los heridos y trasladarlos a lugares más seguros. También se estableció un campamento para organizar ayuda y suministros de emergencia.
En regiones como el valle de Dewagal, testigos señalan que los heridos siguen atrapados bajo los escombros. “No hay acceso por carretera y la gente tiene que caminar horas para llegar a las aldeas más afectadas, llevando palas, picos y algo de comida”, declaró un residente local a EFE.
Testimonios de la tragedia
El dolor sigue marcando a las familias damnificadas. Abdul Majeed, de 55 años, relató que perdió a su esposa y tres hijos durante el primer terremoto. “Sólo recuerdo haber recuperado la conciencia más tarde. Ahora mi hija mayor está herida en un hospital de Jalalabad. No nos quedó nada”, expresó conmovido.
Mientras tanto, médicos voluntarios han instalado clínicas móviles en los desfiladeros cercanos para atender a los heridos que logran ser trasladados.
El desastre, que ya se cuenta entre los más graves de los últimos años en Afganistán, ha generado un nuevo llamado de ayuda humanitaria urgente para un país debilitado por la crisis económica y con serias limitaciones en infraestructura y atención sanitaria.