De manera discreta, como la mayoría de sus actos, el lunes último partió a los 90 años el historiador y periodista Héctor López Martínez, quien desde 1969 estuvo ligado a El Comercio y a quien conocí en 2018, cuando Correo se incorporó a su nueva casa editora. Desde ese momento iniciamos una amistad basada en largas conversaciones e intercambio de información sobre historia, libros, periodismo y política. Fue una fuente de valores, conocimiento y de visión sobre el Perú y sus complejidades, que difícilmente podré encontrar ahora que ha fallecido.
La última vez que hablamos por teléfono fue a los pocos días que asumió José Jerí como presidente. Como muchos peruanos, estaba interesado en saber quién sería el nuevo presidente del Consejo de Ministros. Por esos días se especulaba que podría ser Ricardo Márquez o Jesús Salazar Nishi. Estaba muy preocupado por lo que podría pasar en la marcha anunciada para el 15 de octubre y por la situación de inestabilidad en que se había caído, tras la vacancia de Dina Boluarte y los intentos de ciertos grupos por sembrar el caos.
Cada charla con Héctor era sumamente enriquecedora, toda una clase de historia y actualidad. Recuerdo mucho una conversación que tuvimos sobre el capitán de navío Juan Guillermo More y de los tormentos que lo acompañaron hasta su muerte en la Batalla de Arica, al lado del coronel Francisco Bolognesi, pues se sintió siempre responsable de la pérdida, un año antes en Punta Gruesa, de la fragata Independencia –de la cual era su comandante–, que el 21 de mayo de 1879 chocó con una roca submarina y se hundió mientras perseguía a la goleta chilena Covadonga. Era un apasionado de la historia naval.
Semanas antes de eso, conversábamos respecto de las elecciones en Bolivia, donde el “legado” de Evo Morales y el “socialismo del siglo XXI” había sido desterrado por los ciudadanos del vecino país tras 20 años, y sobre si una eventual derrota de la izquierda en Chile en unos días más, podría repercutir para bien en los comicios de abril en el Perú. Héctor tenía 90 años, pero su preocupación por el futuro de nuestro país estaba latente en todo momento, en cada diálogo, en cada mensaje de texto o de audio que intercambiábamos por WhatsApp.
Héctor se ha ido y sin duda en el Grupo El Comercio lo vamos a extrañar por su sapiencia, su sobriedad y su disposición a compartir su vasto conocimiento sobre el Perú y las lecciones que nos deja la historia, su gran pasión. Se ha ido un hombre sabio que a pesar de lo vivido y lo visto en el pasado y presente, era un gran optimista de las posibilidades que tiene nuestro país para encontrar su rumbo y salir adelante, aunque sea con tropiezos en el largo camino. Adiós, mi querido amigo, descansa en paz.




