Que el gobierno no haya hecho espíritu de cuerpo con el policía que asesinó a un manifestante, y que el propio comandante general de la Policía haya sido quien informó de esta situación, trae ciertas luces de esperanza respecto a cómo se manejará el gobierno de transición que encabeza José Jerí.

También suma que se haya removido a Alejandro Narváez de la presidencia de Petroperú. Desde un principio se dijo que el retorno de este personaje a la petrolera era un mensaje de que Dina Boluarte quería mantener el status quo y solo beneficiar a esa burocracia que vive de los impuestos que todos los peruanos pagan y sirven para mantener a flote a la quebrada empresa.

Lo que no nos queda claro es el anuncio del premier Ernesto Álvarez. ¿Qué tendrá de diferente el estado de emergencia que este gabinete propone respecto a los tantos, y fallidos, que estableció el gobierno de Boluarte?

Por lo pronto, ya se han retomado los asesinatos a choferes. A la delincuencia no le importan los cambios de gobierno y solo busca resquicios por dónde meterse para seguir afectando a la ciudadanía, con la anuencia de congresistas como el señor Cordero Jon Tay —ahora aupado por Alianza para el Progreso— que pretende “legalizar” la extorsión haciéndola pasible de deducciones fiscales.

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