Tras ser declarado el espacio aéreo venezolano “en situación potencialmente peligrosa”, Donald Trump impuso el cierre total. La economía venezolana es golpeada con la cancelación de vuelos hacia Caracas.

Estados Unidos aplica sanciones económicas contra el gobierno de Nicolás Maduro y, hoy, escala a nivel militar advirtiendo Trump: “ …no quieren entregar (las drogas) por mar y empezaremos a detenerlos por tierra … eso va a comenzar muy pronto…”.

Desde agosto, EE.UU. despliega barcos de guerra en el Caribe. Ataca pequeñas embarcaciones acusadas de transportar drogas, ejecutando, extrajudicialmente, alrededor de 15 supuestos traficantes, dicen salidos de Venezuela.

EE.UU. tiene una larga trayectoria invadiendo países de América Latina: Haití (1915-34), República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989), además de Bahía Cochinos, en Cuba, que fracasó. Ha contribuido u orquestado los golpes de Estado en Bolivia (1946), Guatemala (1954), Brasil (1964) y Chile (1973), argumentando su “seguridad nacional” para seguir considerándonos su “patio trasero”.

El bloqueo económico, aéreo y naval es una política imperialista propia de una situación de guerra. Busca agravar la crisis económica venezolana y la imposición de restricciones internas como consecuencia. Pretextarán “recuperar la democracia venezolana” como dijeron con Salvador Allende, Gualberto Villarroel, Joao Goular y Jacobo Árbenz.

Los gobiernos, los ciudadanos y ciudadanas latinoamericanas debemos alzar la voz exigiendo el cese de las amenazas militaristas y el fin del bloqueo económico, aéreo y naval a Venezuela y el bloqueo a Cuba, vigente desde 1960. Las políticas estadounidenses son amenazas a la paz, dignidad y soberanía de los pueblos.