Es muy conocida la tesis que sostiene que el primer filósofo en sembrar la duda en la administración de la justicia fue Voltaire. El enciclopedista y referente de la ilustración francesa, reflexionó sobre el “error judicial” en su Tratado sobre la tolerancia de 1763. Voltaire combatió razonablemente un proceso judicial que, según el filósofo, era injusto desde sus orígenes. El proceso judicial terminó con la resolución de los tribunales y el Parlamento, de condenar a pena de muerte al comerciante francés de religión protestante Jean Calas, por supuestamente haber asesinado a su hijo tras enterarse que éste había abjurado del protestantismo y adoptado la religión católica. Voltaire cuestiona la decisión judicial, interpreta que hay múltiples contradicciones y bajo el manto de la sospecha del “error judicial”, analiza el caso. Tras la publicación del Tratado, se reabrió el caso y en 1765, Jean Calas (que había sido asesinado en 1762) y su familia, recuperaron la inocencia y el honor que le habían despojado injustamente durante el proceso judicial. La verdad era que el hijo de Jean Calas, no había sido asesinado por la mano paterna, sino que se había suicidado. Este episodio ocurrió en el siglo XVIII, pero hoy en el Perú, la tesis del “error judicial” vuelve a circular con el caso de Guillermo Bermejo, quien ha sido acusado y condenado a 15 años de prisión por el Poder Judicial, por el delito de afiliación al terrorismo. La deshonesta izquierda peruana, que vive en la hediondez moral, cree que el motivo de la condena a Bermejo es por una persecución política. ¡Bermejo era el brazo político articulador de Sendero Luminoso! Teníamos a un criminal en el sillón congresal.