Para los que creen que la politización de la justicia es cosa sólo de estos tiempos, allí tienen el caso Madre Mía, que trae como protagonista al hoy recluso Ollanta Humala, quien en 2009, cuando se perfilaba como la apuesta presidenciable de la izquierda para los comicios de 2011, vio cómo toda la investigación en su contra era archivada por el Poder Judicial a pesar de las evidencias que había sobre sus espaldas por una presunta matanza de civiles en el marco de la lucha contra el terrorismo en el valle del Huallaga.
Estamos hablando de un presunto delito de homicidio calificado y desapariciones forzadas que habría cometido Humala junto a militares a su mando en el año 1992 en la base contraterrorista de Madre Mía, es decir, se trata de hechos tan o más graves que las matanzas de La Cantuta y Barrios, y que fueron archivados sin que ningún “defensor de los derechos humanos” salga a indignarse ni a protestar contra el Ministerio Público por lanzarle un salvavidas a un señalado como carnicero, al no presentar denuncia en su contra.
Al contrario, esa izquierda que se indigna con los excesos y delitos cometidos en el gobierno de Alberto Fujimori, fue la que se subió al carro electoral del humalismo en 2011 y la que fue parte de su gobierno. Los “defensores de los derechos humanos”, los “políticamente correctos”, la “reserva moral del país” y los que se sienten con autoridad para calificar quién está bien y quién no en el Perú, terminaron haciendo campaña por el “capitán Carlos” y ocupando cargos en su administración. El doble rasero es impresionante.
Es evidente que el caso Madre Mía se fue al archivo irregularmente –lo que de paso le otorgó un certificado de buena conducta a Humala–, por obra y gracia de la no denuncia de un Ministerio Público ya politizado y que no ha cambiado en los últimos 15 años. Se dejaron de lado testimonios, audios y demás evidencias, aparte del drama de los deudos, para salvar al entonces líder de la izquierda que dos años después llegó a Palacio de Gobierno con todos los camaradas que lo aplaudían como focas.
En los últimos días los hechos de Madre Mía han sido resucitados por el Ministerio Público, pero dudo que esto prospere. Han pasado muchos años, habrá que ver si las pruebas existen aún y analizar si es posible llevar un proceso por “lesa humanidad”, cuando en 1992 no existía ese delito en nuestro ordenamiento legal, tal como lo ha precisado una ley dada por el actual Congreso. Sin embargo, que esto al menos sirva para recordar cómo un caso gravísimo de presunto asesinato, acabo archivado por conveniencia política.




