Alucinante lo caradura que puede ser la prófuga ex primera dama, Eliane Karp, quien en su reaparición ante los ojos de los peruanos a través del programa de Milagros Leiva, en Willax, ha tratado de ponerse en plan de víctima al lado de su esposo Alejandro Toledo, el dos veces condenado por ladrón y sinvergüenza que se levantó el peso millones de dólares sucios que le permitieron comprar una mansión en Las Casuarinas y una oficina en Torre Omega, y cancelar las hipotecas de sus casas de Camacho y Punta Sal.
Venir a decirnos que Toledo está preso con dos condenas porque organizó la Marcha de los Cuatro Suyos en julio del 2000 contra el gobierno corrupto de Alberto Fujimori, o porque hay racismo y persecución política de por medio, es una mentira tan grande como la fortuna que acumularon ella y su esposo con la plata sucia que cobraron de manos de los delincuentes de Odebrecht a cuyo cabecilla en el Perú, Jorge Barata, el expresidente exigía el pago de su coima con carajos de por medio.
Para empezar, la Marcha de los Cuatro Suyos, que la vi muy de cerca porque me tocó cubrirla como reportero por las calles de Centro de Lima cubiertas de gas lacrimógeno, no marcó la caída de Fujimori, que tras esta manifestación inició su tercer mandato sin mayor problema hasta el mes siguiente en que se difunde el célebre video en que Vladimiro Montesinos aparece entregando dinero al entonces legislador opositor Alberto Kouri. Esa escena fue la que, en verdad, derrumbó al régimen.
De otro lado, sostener que en los procesos contra Toledo hubo racismo y persecución política, no resiste el menor análisis. A quién le interesaría impedir la participación de este sujeto en futuras elecciones si con sus vicios, frivolidades y raterías se ha desdibujado por cuenta propia. Recordemos que en los comicios de 2016, cuando las compra de las casas y los pagos de hipotecas ya habían sido destapadas por este diario en 2013, el chakano obtuvo una votación desastrosa. Días antes había aparecido ebrio en una entrevista en RPP.
Karp se ha atrevido a decir que su esposo fue “usado” por su examigo Josef Maiman, quien en verdad era el dueño de la casa de Las Casuarinas y demás propiedades. Claro, el hombre ya está muerto y no puede defenderse, así que la señora podrá sostener desde Israel lo que quiera por más que nadie acá en el Perú crea en su palabra, tan desgastada y venida a menos como la de Toledo, el hombre que se promocionó como el “líder” de la decencia y la moralidad tras el fujimorismo, para terminar encerrado como un vil coimero y ladrón.