En los últimos días, la presidenta, Dina Boluarte, y el premier Eduardo Arana han realizado declaraciones fuera de lugar, intentando orientar al electorado hacia opciones políticas que consideran “idóneas, democráticas y serias”. Dice el refrán: “de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno”, y aquí aplica perfectamente. No es correcto —ni ético ni político— que el Poder Ejecutivo se pronuncie así en plena antesala electoral. Con apenas 2% de aprobación, cualquier mensaje de ese tipo termina generando el efecto contrario.
Lejos de beneficiar al bloque de centro y derecha que sostiene al gobierno, estas declaraciones favorecen indirectamente a la izquierda, de la que la propia presidenta Boluarte intenta distanciarse. Un error estratégico que evidencia cómo, en política, los silencios también comunican como en el caso del inubicable compañero Vladimir Cerrón, quien está por cumplir dos años en calidad de prófugo.
A esto se suma otro desacierto: la fotografía de la convocatoria a elecciones con la presidenta Boluarte junto a los jefes de ONPE, JNE y RENIEC. En política, las formas importan. Los organismos electorales deben mantener independencia y distancia del poder.
La democracia también se juega en los gestos. Y en esta etapa, más que nunca, el país necesita buenas fotos: aquellas que transmitan confianza, imparcialidad y respeto por las reglas del juego.