Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? ¿Hasta cuando abusarás, Catilina, de nuestra paciencia? Esta frase de Cicerón resume el hartazgo que provoca la estupidez maniquea e incapaz de los que buscan su beneficio personal por encima de los intereses del Estado. Los catilinas proliferan en sociedades fragmentadas como la nuestra. Conspiran, destrozan, atacan y fomentan la división y el sectarismo, la implosión de cualquier intento de unidad nacional. Los catilinas criollos abusan de nuestra paciencia y se dedican a destrozarse con mala sangre, a quejarse y gimotear, a conspirar sin descanso para derribar a quien no comulgue con sus ideas o no se deje controlar por sus caprichos.

Lo principal es la unidad estratégica en lo común por encima de las diferencias tácticas. La política catilinaria busca dividir abusando de nuestra paciencia y es precisamente por eso que la clase política que aspira a gobernar en un entorno de estabilidad no debe darle argumentos a los anarquistas que esperan una explosión revolucionaria fomentada por los catilinas de salón. Los errores de la clase política, la falta de capacidad para gestionar la administración pública, los excesos de los partidos, la falta de conexión con las verdaderas necesidades del pueblo, todo eso será utilizado por los catilinas revolucionarios con el fin de subvertir el orden público y fortalecer su incipiente poder. Para lograr tal objetivo la clase política debe ser destruida por mor de un novus ordo seclorum.

Sí, los catilinas esconden la mano mientras controlan a sus títeres, esperando la caída de toda la clase política. Lo peor es que todos los días les damos armas para el gran incendio de Roma.