La izquierda congresal que se llena la boca hablando del valor de la democracia y sobrevive más de 25 años señalando los excesos y delitos del fujimorismo, se ha quitado la careta y ha mostrado su entraña dictatorial al haber salvado de la inhabilitación política a la golpista Betssy Chávez, cómplice de Pedro Castillo en el intento de quiebre del orden constitucional del 7 de diciembre de 2022, cuando una gavilla de impresentables pretendió cerrar el Poder Legislativo, tomar el sistema de justicia y convocar a una asamblea constituyente.

Pero no solo ha sido la izquierda. También ha jugado a favor de la golpista la bancada del investigado por corrupción José Luna, el dueño de Podemos, quien tiene el desparpajo de fungir hoy de candidato presidencial cuando ha quedado claro que su grupo parlamentario no cree en la democracia ni en la legalidad ni en lo que manda la Carta Magna por la que el caballero tendría que jurar en el supuesto negado de que los peruanos cometan el grave error de elegirlo en los próximos comicios.

Esa izquierda que el miércoles último salvó con sus votos de la inhabilitación a Chávez pese a ser cómplice del fallido cierre del Congreso en que ellos mismos están sentados, es la misma que critica los sucesos del 5 de abril de 1992, pero celebra al general Juan Velasco y al aprendiz de tirano Pedro Castillo; es la que afirma que en el Perú se vive bajo una dictadura, pero que Cuba, Venezuela y Nicaragua son unas praderas idílicas de la democracia y las libertades.

Está más o menos claro que difícilmente Chávez podrá ocupar un cargo público por buen tiempo, debido a que en breve se dictará su sentencia, la cual se da por descontado que sea muy drástica como corresponde en estos casos. Además, ayer la Comisión Permanente le ha bajado el dedo por amplia mayoría. Sin embargo, eso no quita que la izquierda parlamentaria y la bancada de Luna estén haciendo de “chaleco” de verdaderos petarderos de la democracia y el estado de derecho.

Por lo que se ve en el Congreso, no hay izquierda “moderna” o “democrática”. La que tenemos se ha quedado anclada en los golpes de Estado y las tiranías. Sus miembros no creen en la democracia. Hubieran estado muy felices si Castillo consumaba su asesinato a la Carta Magna, y asumía ilegalmente funciones de congresista, juez, fiscal, miembro del Tribunal Constitucional y hasta de constituyente. Una aberración total, por eso no los perdamos de vista.