La palabra confianza proviene del latín “confidentia” que deriva del verbo “confidere” y que significa “creer plenamente”. Para los romanos, la confianza era la base moral del Estado. En el cristianismo, pasó a significar fe en la palabra dada o confianza como promesa cumplida. Así, etimológicamente, “confiar” constituye un acto de unión moral, una fe compartida entre personas o instituciones y por eso, podemos afirmar que sin confianza no hay civilidad ni convivencia posible.
La confianza es un activo intangible pero decisivo para el desarrollo. Desde la perspectiva interpersonal, la confianza se cultiva a través de la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Es un proceso que se construye con el tiempo, pero que puede desmoronarse en un instante.
Cuando la ciudadanía percibe que las personas, las empresas y el Estado actúan con reglas claras, equidad y propósito social, se activa un círculo virtuoso de confianza: mayor inversión, mayor cumplimiento, mayor legitimidad. El problema surge cuando el Estado pierde credibilidad como árbitro y el sector privado pierde reputación como aliado del bien común. En ese vacío, florece el populismo y la informalidad.
La informalidad y también la ilegalidad en el Perú, se constituyen como fenómenos estructurales profundos que operan en distintas esferas de la economía, la política y la sociedad. Su arraigo responde a múltiples factores: altos costos de formalización (burocráticos, regulatorios, etc), instituciones débiles, incentivos perversos, cultura de tolerancia hacia lo informal, entre otros. Asimismo, sus impactos son muy negativos, pues reducen enormemente los ingresos fiscales; las organizaciones informales registran baja productividad, generan desprotección socio-laboral y son el caldo de cultivo perfecto para la vulnerabilidad y la criminalidad.
Si no logramos instaurar la confianza como la verdadera solución al problema raíz de nuestra sociedad, no seremos capaces de construir un futuro sostenible y viviremos siempre a salto de mata, reaccionando en lugar de planear, dudando, sospechando y actuando en la escazes en lugar de la abundancia y la fe. Finalmente, la confianza es un valor que se construye con esfuerzo, se fortalece con coherencia y se mantiene con respeto hacia los demás.