La captura de Erick Moreno Hernández, alias “El monstruo”, en Paraguay, tras un operativo conjunto con la policía peruana, paraguaya e Interpol, es una noticia que refresca la convulsa coyuntura política.

Pese a versiones sobre posibles filtraciones policiales que habrían frustrado detenciones anteriores, lo cierto es que el Ministerio del Interior puede mostrar hoy un resultado concreto. Esa sombra de sospecha, por su parte, deberá esclarecerse en las investigaciones en curso. Sin embargo, mientras se exhibe este logro, casi nada se dice sobre el prófugo Vladimir Cerrón. El exgobernador de Junín y líder de Perú Libre lleva más de 720 días en la clandestinidad, a punto de cumplir dos años burlando a la justicia.

Es increíble que se capture a un criminal internacional, pero no a un político con orden de captura por mandato judicial que parece estar protegido por el poder de turno. La confianza ciudadana no se construye con anuncios rimbombantes como la rehabilitación de El Frontón, obra inviable técnica y económicamente ni con detenciones mediáticas. La confianza se gana demostrando que la justicia mide con la misma vara, sin privilegios para aliados políticos. Que se haya atrapado a “El monstruo” es un avance. Pero el verdadero mensaje de cambio será cuando Vladimir Cerrón sea puesto ante la justicia. Porque la confianza se sostiene en hechos, no en discursos.