El ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Ángel Manero Campos, se está acostumbrando a acuñar frases desatinadas que luego debe explicar mejor. Por ejemplo, recordemos lo que dijo ante el informe de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que alertaba que el 51% de peruanos están en inseguridad alimentaria.
“En el Perú no se pasa hambre. Hasta en el último pueblo del Perú se come de manera contundente”, dijo para responder a un informe de la FAO que señalaba que 17 millones de personas en el país no pueden garantizar que sus comidas diarias sean nutritivas y suficientes.
Esta semana, durante su participación en el PERUMIN 37, sostuvo que, en caso de sequía, se debe priorizar el agua para la minería sobre el agro porque la primera “genera más flujo de caja” y “la agricultura puede esperar”.
Ayer, en RPP, aseguró que lo malinterpretaron, que su declaración está incompleta, pero la escasez de agua ya está aquí y cabe preguntar ¿cómo se priorizará el agua para la minería sobre la agricultura en caso de sequía? ¿con qué criterios? ¿bajo qué escenarios? ¿quién decide?
El problema no es priorizar: es no decir con qué reglas. El agua ya es motivo de conflicto en el país y la ambigüedad institucional no es una estrategia: es una amenaza. Manero Campos no solo tiene que explicar el “por qué”, sino urgentemente el “cómo”.