Mirando la televisión en una noche surrealista que transitó entre el 9 y 10 de octubre, observé cómo el poder cambia de manos con una facilidad pasmosa. En cuestión de segundos, el mensaje a la Nación de la expresidenta Dina Boluarte fue interrumpido abruptamente por la ceremonia de juramentación del presidente de transición, José Jerí.

Así, sin más, terminaba el gobierno de la primera mujer en ocupar la Presidencia del Perú, hoy abandonada y sometida a un proceso de vacancia impulsado por los mismos aliados del autodenominado “bloque democrático” que la sostuvo en el poder.

Pero ¿bastará eso para lavarse la cara? Difícilmente. La alianza fáctica que Boluarte tejió con ciertas bancadas congresales deja una herencia política que pasará factura a las candidaturas presidenciales y parlamentarias de esos mismos partidos en las próximas Elecciones Generales de 2026. El cronograma electoral sigue su curso hasta el 12 de abril, imperturbable ante la inestabilidad que envuelve nuestra política.

Con o sin Dina Boluarte, con o sin José Jerí, el actual ciclo de gobierno terminará el 28 de julio de 2026. Pero alguien de esta misma componenda será quien apague la luz. En abril hablará el soberano en las urnas.

Al votar, no olvidemos. Saquemos lecciones de lo vivido y seamos responsables al elegir. Que esta vez prime el compromiso con el futuro del país y, como bien dijo el expresidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Hugo Sivina, seamos “un país con más ciudadanos que habitantes”.