Debería generar sonoras carcajadas cada vez que los voceros de cualquiera de las variantes de nuestra izquierda intenta venir a decirnos por quién votar u opina sobre qué es lo mejor para el Perú, luego haber “aportado” al país gente realmente impresentable que vino en combo en el partido por el que votaron y pidieron votar, que era propiedad de quien ya era un condenado por corrupción como Vladimir Cerrón, el creador del presidente más inepto de nuestra historia: Pedro Castillo, el que además resultó siendo un corrupto y golpista.
Pero no solo nos trajo a Castillo y a su vicepresidenta Dina Boluarte, célebre por sus Rolex y por su popularidad que lindaba con el cero por ciento, sino también a gente muy peligrosa como Guillermo Bermejo, quien acaba de ser condenado por ser, según su sentencia, miembro de la banda de los narcoterroristas Quispe Palomino. Otro es Guido Bellido, quien también tiene una investigación abierta por el mismo delito, que no pinta nada bien para sus intereses.
En las últimas horas, otro de los “aportes” que nos trajo la izquierda con sus votos en 2021 y que ha saltado a la luz, es la golpista Betssy Chávez –una gran farsante que simulando ser una moribunda repetía que no temía a la cárcel–, quien acaba de convertir a la Embajada de México en Lima en su guarida, al amparo de la presidenta de ese país, Claudia Sheinbaum, una pobre señora que por sus taras ideológicas y excusas que nadie cree, se ha vuelto en una saboteadora de la democracia y el orden constitucional en el Perú.
Qué dirá ahora el congresista Roberto Sánchez, ese acólito de Verónika Mendoza y más tarde de Cerrón y de Antauro Humala, al ver a su protegida escapándose a una embajada para burlarse de la justicia y de paso de todos los peruanos. ¿Seguirá afirmando que Chávez es una “perseguida política”? Recordemos que este sujeto que está buscando la reelección, estuvo dispuesto a darle trabajo no con su plata, sino en el Congreso. Sí, en la entidad que esta golpista quiso cerrar con tanques y soldados.
Es de esperarse que el elector sea lo suficientemente lúcido como para saber por qué opciones no votar en 2026. Si esta gente nos ha servido un menú que nos ha causado una severa indigestión, por qué insistir en lo mismo, salvo que en las calles se sigan creyendo eso de la “justicia social”, la “sociedad igualitaria”, “el pueblo tomará las decisiones” y otros cuentos que nos vendieron en 2021, para en verdad traernos a fiascos como Castillo, Bermejo, Chávez y compañía.




