Con el paso de los años, los estudiantes recuerdan a los maestros que les marcaron la vida. Investigaciones coinciden en que la mayoría de exalumnos menciona a un maestro que los inspiró a creer en sí mismos, que los trató con respeto o que los motivó en un momento crítico. Pocos son los que recuerdan a un profesor solo por su dominio académico.

Los alumnos evocan con mayor fuerza a los docentes que transmitieron pasión por lo que enseñaban y que mostraron un interés genuino por cada estudiante. Son recordados quienes hicieron sentir a los jóvenes que podían superar sus limitaciones, quienes celebraron sus avances y no redujeron su identidad a una nota. También permanecen en la memoria los que ofrecieron palabras de aliento en momentos de duda, los que dedicaron tiempo extra para escuchar crean ambientes de entusiasmo, confianza y humor.

Los maestros que se recuerdan son los que supieron “ver” a cada alumno en su singularidad y hacerle sentir importante, ya fuera con una pregunta atenta, un gesto de reconocimiento o una oportunidad para brillar. Su legado no reside solo en el contenido transmitido, sino en la huella emocional y humana que dejaron en sus estudiantes.

Eso explica por qué El Maestro Que Deja Huella de Interbank es más que un concurso: es un reconocimiento a quienes logran trascender el currículo y las notas, y dejan una marca en la vida de los alumnos. No se trata de ser perfectos, sino de ser humanos, coherentes y generosos. Esos son los maestros que se convierten en referentes de por vida, porque enseñan con su ejemplo y con su manera de relacionarse.

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