Para los que desde hace años exigimos acciones concretas contra la extorsión, sin duda es buena noticia lo anunciado ayer por el ministro del Interior, Vicente Tiburcio: la creación de la División de Investigación de Extorsiones de la Policía Nacional, a cargo del coronel PNP Víctor Revoredo, quien en el pasado reciente ya mostró buenos resultados en la lucha contra la criminalidad, tanto en Lima como en Trujillo, lo que incluso le valió para ser amenazado de muerte por integrantes de peligrosas bandas de hampones.
Más bien llama la atención que hasta ahora, a ningún otro presidente, ministro o jefe policial se le haya ocurrido crear esta unidad, si desde hace años la extorsión ha venido en aumento en Lima y regiones, y este delito es la madre de muchos males como el asesinato, la proliferación de sicarios peruanos y extranjeros, y el desaliento que sufren empresarios, comerciantes, transportistas y emprendedores que prefieren cerrar o no invertir para evitar ser víctimas de criminales que les exigen entregar su dinero.
Entiendo que por la gravedad de la situación y lo galopante del incremento de las extorsiones y crímenes relacionados a estas, la nueva unidad contará no solo con los mejores detectives y expertos en inteligencia y tecnología, sino también con los más honestos, o al menos con los que no registren antecedentes dudosos a lo largo de sus carreras, y que vengan con verdaderas ganas de trabajar por su país, que está secuestrado por criminales que se sienten impunes desde detrás de un teléfono celular.
Y hago mención a la necesidad de contar con los mejores expertos en inteligencia y tecnología porque este tipo de delitos se combate precisamente con eso, para lograr la ubicación de los extorsionadores y acopiar las evidencias que los comprometen, a fin de luego caerles de sorpresa y sacarlos de circulación. Con estados de emergencia que sean más de lo mismo y tropas en las calles, los resultados serán, al menos frente a la extorsión, los mismos que hasta ahora: poco relevantes.
Es de esperarse, también, que esta unidad anunciada ayer cuente en breve con dependencias en las diferentes zonas del país, especialmente en la costa norte, que fue donde empezaron las extorsiones hace casi dos décadas, sin que interesen a alguien en Lima. El coronel Revoredo sabe muy bien lo que se vive en Trujillo, donde ponen bombas y siguen matando a humildes transportistas o emprendedores por negarse ceder ante las amenazas de cobardes que una vez tras las rejas, terminan llorando y pidiendo perdón.




