Para los que creen que Petroperú es aún viable y que las voces que afirman que es momento de desaparecerla por ser un lastre para la economía del país vienen motivadas por intereses subalternos, ahí tienen un memorándum interno del 25 de noviembre último, en que se informa a los trabajadores que no se seguirá contratando a la empresa que hasta ayer domingo daba el servicio de limpieza en las instalaciones de San Isidro y de la Refinería de Talara, todo por falta de recursos.
Esta información que es una muestra de la desastrosa situación financiera de Petroperú, ha sido difundida el último fin de semana por El Comercio, que da cuenta que la petrolera estatal tiene una deuda con la contratista de limpieza All Group, y que además no habrá más compra de papel higiénico para los baños, papel toalla y jabón líquido para las manos. En otras palabras, los servidores de deberán llevar estos implementos desde sus casas a fin de asearse en su centro de labores.
Así se encuentra esta “empresa estratégica” que por cuestiones ideológicas y políticas –y no técnicas– la izquierda insiste en mantener a flote, cuando literalmente no tiene caja ni para comprar papel higiénico. Claro, para esta gente campeona en demagogia, la solución es que se destinen fondos públicos, es decir, dinero de todos los peruanos que hacen falta en otros sectores, para que la compañía siga viva de manera artificial y sus empleados continúen cobrando como si estuvieran en una petrolera con millonarios ingresos.
Desde hace pocos días la empresa se encuentra en manos de un nuevo directorio, muy distinto al que dejó la expresidenta Dina Boluarte, quien colocó al frente de Petroperú a Alejandro Narváez, el que se empeñaba en vendernos el cuento de que la empresa era viable y que pronto iba a tener sus números “en azul”. Pura mentira, pura estafa a los peruanos. No se podía esperar más de quien en 2021 postuló al Congreso por el partido de propiedad de Roberto Sánchez, que lanzó a Verónika Mendoza a la la Presidencia.
Las deudas de Petroperú son astronómicas, y presenta un déficit de capital de trabajo de mil 300 millones de dólares al cierre del tercer trimestre del 2025, algo menor al segundo trimestre, aunque eso se debe a que una deuda de mil millones de dólares con el Banco de la Nación –sí, con el propio Estado– pasó a largo plazo. Es decir, las cuentas son un verdadero desastre desde hace tiempo, pero el que no haya ni para el papel higiénico y el jabón, es que la cosa está realmente crítica.




