El domingo por la noche, el dominical Cuarto Poder difundió una encuesta elaborada por Ipsos con miras a las elecciones del próximo año, la cual pone en primer lugar a Rafael López Aliaga (11%) y en segundo a Keiko Fujimori (7%), mientras que los que votarían en blanco están por el 38%. Sin embargo, más allá de eso, la consulta hace ver que no hemos aprendido la lección de haber elegido en 2021 a Pedro Castillo, a Dina Boluarte y al Congreso que sufrimos hasta hoy.

Lo señalo porque en la encuesta aparece con 3% de las preferencias nada menos que Mario Vizcarra, el hermano del encarcelado “Lagarto” Martín Vizcarra. ¿Cuál es su profesión o mérito?, nadie lo sabe. ¿Qué trayectoria tiene?, ninguna. ¿Qué ofrece a los peruanos?, es una incógnita. Lo único que exhibe este señor es ser pariente de un sujeto que ha venido haciendo campaña a pesar de sus inhabilitaciones, para confundir a los electores y lanzar de contrabando a su hermano con el que comparte apellido y la primera letra de sus nombres.

Sí, así somos los peruanos. Pero eso no es todo lo que muestra esta encuesta. Más abajo aparece con 2% un verdadero impresentable, un sujeto con serios problemas de conducta que lo han llevado a ser condenado por el Poder Judicial y ser obligado a llevar terapia sicológica para calmar sus arrebatos. Es un personaje que insulta a las mujeres y que tiene como único “mérito” el andar llevando por acá y por allá un huaco erótico de gran tamaño, para hacer un poco de circo y ganar preferencias. Me refiero al vacado exalcalde de Trujillo, Arturo Fernández.

Es verdad que falta mucho para las elecciones y que lo que hoy arrojan las encuestas puede ser lo inverso a lo que veamos en abril del 2026. Sin embargo, el que el hermano del “Lagarto” y el impresentable de Fernández aparezcan en un sondeo serio, preocupa porque muestra que el elector sigue optando por cualquiera que surja por ahí, por ser pariente de alguien o por ser un triste payaso como este que duró apenas unos meses como alcalde trujillano, pero que hace show con un huaco de plástico para que la gente se tome su fotito y se ría un rato.

En 2021 dimos un salto al vacío al elegir a la dupla Castillo-Boluarte, quienes ofrecían llevarnos al abismo, directo y sin escalas. Quizás solo porque “dios es peruano”, no cumplieron con su cometido. La lógica diría que tendríamos que haber aprendido la lección, a fin de no votar nunca más por cualquier improvisado, pero parece que –ojalá me equivoque– el elector no ha cambiado mucho y sigue optando por cualquiera por más que sepa que se está disparando a los pies.