La izquierda socialista, que dice entender con mayor agudeza los problemas económicos y dice sentir con mayor hondura los padecimientos de los estratos sociales menos favorecidos por el sistema económico imperante en el Perú, pretende corregir las enormes injusticias sociales, creando un Impuesto a los Bienes de Lujo (IBL), permitiendo así robustecer la recaudación fiscal para luego redistribuir las riquezas, generando un círculo virtuoso económico y social. Al leer el proyecto de ley de la congresista Sigrid Bazán y especialmente al entender sus intenciones, al igual que el poeta Antonio Machado, la izquierda socialista, siente “una colmena dentro de su corazón; y que las doradas abejas van fabricando en él, con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel”. Esto es lo que siente la izquierda peruana y por eso cree ser moralmente superior: Que un dulce sentimiento se desparrama en su corazón, al comprender que son ellos los verdaderos reparadores de injusticias y los grandes benefactores nacionales. ¡Pero no hay nada más falso! En el fondo –como pudo verlo el cerebro singularmente agudo del profesor Alberto Caturelli–, “la izquierda socialista pretende instaurar el viejo vicio de la envidia”. ¡Bazán, que profesa la religión del estatismo y busca el agrandamiento descontrolado del Estado!, perjudica –como dice su proyecto– “a personas naturales, conyugales y sucesiones indivisas domiciliadas o no en el país, que tengan aeronaves, obras de arte, objetos de colección y joyas con metales preciosos que superen las 5 UIT”. No puedo afirmarlo, pero sospecho que la mayor influencia ideológica de Bazán, es el economista socialista Thomas Piketty, que propone un impuesto progresivo a la riqueza.