A estas alturas resulta innecesario dudar de la veracidad al infame audio en que el actual ministro de Justicia y Derechos Humanos, Juan José Santiváñez, pide al hoy premier, Eduardo Arana, que gestione un mejor lugar en el penal El Milagro para su cliente, el expolicía Miguel Marcelo Salirrosas, condenado a 27 años de cárcel como integrante de Los Pulpos, sí, esa banda que asesina y extorsiona en Trujillo desde hace casi dos décadas y que va por su tercera generación.
Lo señalo porque el propio Santiváñez –en ese momento ministro del Interior– ha admitido el diálogo con Arana, quien era titular de Justicia y Derechos Humanos y por lo tanto responsable de la conducción de los penales a través del INPE. Entonces, todos los ayayeros como el ministro de Salud, César “inteligencia artificial” Vásquez, han quedado descolocados por tratar de defender esta situación indefendible que ha estallado en la cara a la presidenta Dina Boluarte.
Dicho esto, queda claro que hemos tenido a dos ministros del actual gobierno que dice que lucha contra la inseguridad, tratando de salvarle el pellejo a un integrante de la banda criminal Los Pulpos (una de las más salvajes de las que opera en la capital liberteña y que es famosa por sus extorsiones, secuestros y crímenes), a fin de que esté más cómodo en la cárcel, esto gracias a que tuvo como abogado a Santiváñez, hoy convertido en el preferido de la jefa de Estado.
De ahora en adelante, con qué cara la presidenta Boluarte y su premier Arana van a mirar a los peruanos y decirles que trabajan con mano dura contra el hampa que les mata y roba, si el caballero y el siempre problemático Santiváñez han sido puestos en evidencia como protectores de un criminal al que han aplicado una condena de 27 años de prisión. Esto es una puñalada por la espalda al ciudadano, más allá de los presuntos delitos penales que puedan haber cometido.
Lamentablemente, en el Congreso no se ve el menor interés por remover a Arana y a Santiváñez, y menos de parte del Ejecutivo. Ayer nomás hemos tenido a la presidenta en Lurigancho-Chosica al lado de su premier. Mientras tanto, los ciudadanos tendremos que tragarnos el cuento de que el gobierno es implacable contra asesinos, extorsionadores, “pulpos”, “jaurías”, “malditos”, “injertos” y demás lacras. Y si no creemos, no importa, pues la mandataria está bañada en manteca y todo le resbala, según propia confesión.