Cada 2 de octubre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia, una fecha que invita a reflexionar y actuar frente a problemáticas que afectan profundamente a niños y adolescentes en todo el mundo. En Perú, la violencia escolar continúa siendo un flagelo urgente: más de 10 mil casos se han reportado en lo que va del 2025, según cifras del portal SíseVe del Ministerio de Educación (MINEDU).
La situación preocupa por su impacto en el bienestar emocional, físico y académico de los estudiantes. Expertos en psicología y educación insisten en que la solución pasa por un enfoque integral de prevención, en el que padres, docentes y comunidad asuman responsabilidades compartidas.
“El ejemplo de los padres es determinante”, explica Javier Rojas, Coordinador de Bienestar del Colegio de la Inmaculada.“Si un niño crece en un entorno donde los conflictos se resuelven con gritos o indiferencia, será muy difícil que aprenda a gestionarlos de manera pacífica”, advierte.
Rojas subraya que los conflictos no solo dejan huellas emocionales, sino que también alteran la autoestima y el rendimiento académico de los niños. “Si no se atienden a tiempo, las consecuencias pueden ser duraderas”, añade.
Cinco gestos cotidianos para prevenir la violencia desde casa:
- Escuchar con calma: Validar las emociones sin interrumpir ni juzgar.
- Fomentar el diálogo: Enseñar que las diferencias se resuelven hablando, no peleando.
- Evitar justificar la violencia: Frases como “que se defiendan solos” perpetúan conductas agresivas.
- Reforzar la empatía y las buenas acciones: Felicitar por resolver conflictos de forma respetuosa.
- Entrenar la empatía: Preguntas como “¿cómo crees que se sintió tu compañero?” fortalecen la conciencia emocional.
Escuela y hogar: una alianza clave
La violencia escolar no ocurre solo en las calles. Está presente en las aulas, patios y cada vez más en las redes sociales que usan los estudiantes. Los gestos hirientes, los apodos, los silencios excluyentes y los comentarios en tono de burla pueden dejar cicatrices invisibles, que afectan el desarrollo emocional y social de los menores.
“La verdadera fortaleza está en resolver los conflictos con respeto y no con violencia”, concluye Rojas.“Padres y docentes deben caminar juntos, con diálogo y empatía constante.”
Desde los hogares, reforzar hábitos de comunicación respetuosa y desde las escuelas, generar entornos seguros, inclusivos y activos en prevención, son caminos indispensables para construir una sociedad donde la violencia no sea normalizada, sino erradicada.





