La pérdida de masa muscular y ósea es natural después de los 50, pero con ejercicio y hábitos adecuados es posible vivir con vitalidad y salud.
La pérdida de masa muscular y ósea es natural después de los 50, pero con ejercicio y hábitos adecuados es posible vivir con vitalidad y salud.

Llegar a los 50 no significa perder energía, sino adaptarse a las nuevas necesidades del cuerpo. En esta etapa, la pérdida de masa muscular, la disminución de densidad ósea y la recuperación más lenta requieren un cambio de enfoque: el movimiento deja de ser un pasatiempo y se convierte en la base de la salud, la independencia y el bienestar emocional.

“Muchos llegan pensando que ya es tarde para empezar, pero la realidad es que nunca han necesitado tanto moverse como ahora. El secreto está en elegir bien qué hacer y en qué orden”, comenta Sergio Pérez, jefe del departamento técnico de Smart Fit.

El especialista destaca cuatro pilares fundamentales para mantenerse activo y con buena calidad de vida después de los 50:

1. Entrenamiento de fuerza

La fuerza es la nueva aliada. Recuperar masa muscular es posible y mejora tanto la postura como el metabolismo y la capacidad de realizar tareas diarias. Ejercicios como sentadillas, flexiones y dominadas son un buen inicio, al que luego se pueden añadir mancuernas o bandas elásticas. Se recomienda realizar al menos tres sesiones semanales.

2. Fortalecer los huesos

La densidad ósea disminuye con la edad, aumentando el riesgo de fracturas. Para contrarrestarlo, es clave mantener una dieta rica en calcio, vitamina D y proteínas de calidad. El entrenamiento de fuerza también estimula la formación ósea, ofreciendo un doble beneficio.

3. Trabajo de movilidad

La flexibilidad ayuda a reducir el riesgo de lesiones y a mantener la agilidad. Estiramientos después de entrenar o tras periodos prolongados sentado permiten disminuir dolores, especialmente en la espalda baja y los isquiotibiales.

4. Cardio moderado

Actividades como caminar a paso rápido, nadar o pedalear fortalecen el corazón y la resistencia sin sobrecargar las articulaciones. Se recomienda acumular 150 minutos a la semana en sesiones de 30 minutos.

Más allá de lo físico, el movimiento tiene un impacto directo en la mente: reduce el estrés, mejora el sueño y mantiene la agudeza mental.

“El objetivo no es correr más rápido o levantar más peso como antes, sino vivir cada etapa con la mayor vitalidad posible”, concluye Pérez.