La muerte cerebral es el cese completo e irreversible de todas las funciones del cerebro y el tronco encefálico, lo que implica la pérdida absoluta de conciencia, respiración y actividad cerebral; este estado equivale legal y biológicamente a la muerte de la persona.
Definición médica
La muerte cerebral ocurre cuando el cerebro sufre un daño masivo e irreversible, dejando de recibir oxígeno y sangre, y deteniéndose por completo toda su actividad. Aunque mediante soporte vital artificial (como respiradores) los órganos pueden funcionar por un breve período, la persona ya está considerada muerta porque su cerebro no puede recuperar sus funciones.
Diferencias con otros estados
La muerte cerebral es diferente del coma y del estado vegetativo persistente. En el coma, el paciente puede mantener funciones autónomas como la respiración, mientras que en la muerte cerebral la respiración y todas las respuestas neuronales desaparecen por completo si se retira el soporte vital.
Diagnóstico y criterios
El diagnóstico se realiza con estrictos protocolos médicos y neurológicos, que incluyen la comprobación de la ausencia de respuestas a estímulos y pruebas confirmatorias de destrucción cerebral total. Los criterios incluyen:
- Ausencia irreversible de la respuesta cerebral y de conciencia.
- Pérdida absoluta de respiración espontánea.
- Pupilas persistentemente dilatadas sin reacción.
Importancia legal y ética
La muerte cerebral está reconocida en la mayoría de los países como el punto en que la persona es legalmente fallecida, permitiendo la donación de órganos si se cumplen requisitos médicos y legales, y se cuenta con consentimiento familiar.
En resumen, la muerte cerebral significa que ya no hay posibilidad de recuperación, ni de reiniciar funciones vitales, y marca legalmente el final de la vida humana.